El mimetismo de esta pulcata quizá sea uno de los rasgos que permite su supervivencia, aunque si le preguntas a un vecino de la colonia América, es casi seguro que te sepa decir donde queda, desde el mercado que lleva el nombre de la colonia hay que subir hacia avenida Observatorio por Sur 128. Una cuadra antes de la avenida no hay pierde, porque ahí, casi siempre está la bolita en su mayoría de señores, de donde de vez en cuando se desprende uno, para ir a la pulcata y pasar al baño. En la calle, pomo, mata ratas, o lo que sea, quizá hasta un toque o una roca, ¿porqué no?, los policías desde la avenida solo se limitan a observar, rindiendo homenaje a la propia avenida, y es que creo que a nadie le gustaría tener problemas con alguno de ellos, seguro te dirían -hijín yo soy del barrio.
Sobre avenida Observatorio solo son cerca de cuatro locales y listo, desde ahí se ve el hospital ABC; ya adentro de la pulcata ay mucho deterioro, ese color amarillo tan vivo, se desgaja en algunas partes, el lavabo de piedra es un cubo muy grande que acumula un negruzco color en la parte baja y que hace juego con mesas pequeñas y sillas sucias.
Esta vez había dos clientes, uno de ellos, el señor del costal, hasta me ofreció un mango no se lo acepté porque ya había desayunado, pero lo saludé y le pregunté como estaba, a lo cual amablemente me respondió, -Pues aquí mano. El otro cliente, desde el primer momento puso tierra de por medio, la mirada bastó, no era de en
ojo sino de franco reto, como que a nadie le gusta que lleguen cábulas de otro lado al barrio, ¡uy! y menos que se metan a la pulcata del tío.
El tío es Celestino Vargas que se sorprendió de que unos chavos le cayeran y le hicieran preguntas y mejor aún, le compraran la mitad del curado del día, piña. Pues bueno a mi me supo de maravilla, estaba crudo, pero la verdad es que si estaba muy bueno. Le puso chile piquín, pero un limón no le hubiera caído nada mal; no obstante preferí guardarme varios comentarios para no incomodar a cliente que nada más paraba oreja y como que al parecer se había graduado con honores en algún reclusorio de la ciudad. En un par de ocasiones al menos, entraron quienes ya conocían a este personaje del rumbo.
Platicamos como media hora con el tío, quizá menos, nos contó anécdotas y referencias de más pulcas, todo siempre buscando no ser tan gráfico, “por respeto a la dama” que nos acompañaba. Reímos y aunque nos creía algo neófitos, cuando era necesario le completábamos con lo que ya sabíamos para no redundar mucho en los temas. A bien, el tío no sabía cuanto tiempo tenía el Gran Vacilón abierto, y aunque ya llevaba unas décadas trabajando ahí de jicarero solamente podía efectuar conjeturas. Algunas cosas seguían como debe de ser, el departamento de damas por ejemplo, estaba abierto, había molcajete, barriles pintados y altar. Entre el urinal de mosaico y la barra se encontraba una rockola con buen repertorio, como iba haber vacilón sin música.
Estuvimos la mayoría del tiempo en la barra, que aunque es pequeña como todo el lugar, era cómoda, estaba limpia y era el lugar más alejado del fétido olor que procedía del urinal. Esta barra tenía incrustados unos grandes tragaluces y no tenía canaleta así que era ideal para platicar con el tío. Una de las mejores frases que nos enseñó don Celestino, a propósito de hablar del mito o cualidad afrodisíaca del pulque surgió a partir de sus propias experiencias, “dicen que el que toma pulque no necesita mujer”. Las risas parecía que lo animaban a seguir compartiéndonos más y más cosas, en verdad que hubiésemos querido quedarnos más tiempo pero el no sabía que teníamos que seguir el recorrido.
Por: Ulises Ortega Aguilar
4 comentarios:
Una pulcata
mas a la
coleccion
El pulque del vacilon está bueno no como el de las risa con ese te da la diabolica
Ese de piña estaba bien sabroso. Y totalmente de acuerdo con que en "la Risa" el pulque no està muy bueno...
Guauuuuu, esto si es un verdadero hallazgo bloguero, estoy encantada con el proyecto. Me encantó su blog compañeros,permitanme felicitarlos o felicitar, no sé cuantos sean.
Es un verdadero gusto que se dediquen a hacer memoria de las pulquerías, y sobre todo las de esta magnífica y bestial ciudad de México.
Yo amo con locura el pulque, lo aprecio, lo respeto, lo escribo, lo siento tan mío...lo malo que me pone bien borracha muy pronto, chin ni modo.
Tengo que confesar que no conozco muchas pulquerías en esta ciudad.Es bien grande el estigma de que entre una mujer, y más sola no puedo con ello y mi acompañante más cercano no es muy afecto al pulque.
Yo soy más de tomar el pulque en pueblos y tinacales, que es donde he tomado los mejores pulques. Yo no soy tanto de curados, me gusta natural. Así es mi estilo.
Sólo tengo que hacerles una sugerencia: cuando hagan las reseñas de las pulquerías pongan completa la dirección. Se me antojó visitar varias y no dicen claramente dónde quedan.
Bueno, un saludo y por aquí me tendrán más seguido.
Publicar un comentario