A manera de introducción:El municipio de
Chalco se encuentra en el
Estado de México, al oriente del Distrito Federal. Para llegar en transporte público existen varias opciones, de las cuales un buen punto de partida es el
Metro Santa Martha, de la línea B del Tren Férreo y cuya terminal es la estación Pantitlán. Luego de llegar a tal estación, es encesario tomar un
microbús que nos lleve a las entrañas mismas de Chalco para beber ese pulque que teníamos días saboreando.
Los microbuses en la ciudad de México suelen ser, como se dice en el populacho, un
"mal necesario" pues te llevan a todos los rincones (tanto los que se encuentran cerca del cielo como los que están en las profundidades del mismísimo averno) pero hay un precio muy alto que se debe pagar, y no me refiero a la tarifa económica, pues acompañado de la oportunidad de leer un libro, echarse una jetita o echar el taco de ojo con el personal a bordo, se pone en riesgo el factor seguridad personal e integridad física y moral que esto conlleva. Pero si en el DeFe estos viajes pueden ser más alucinantes que con cualquier psicotrópico, en el Estado de México la cosa se pone más emocionante aún.
¿Que por qué digo todo ese choro? Pues porque el día en cuestión que nos encaminábamos al encuentro de
"La Buenos Aires" el señor microbusero tuvo a bien regalarnos una de esas aventuras que dan ganas de platicar, recordar y, por supuesto, compartir en el espacio virtual. Luego de subir y depositar en manos del chofer el respectivo peaje, que más allá de la línea divisoria con el Edo.Mex. puede ser de cantidad variable (no, si las tarifas están establecidas, lo que no se ha establecido es dónde se cuenta cada kilómetro) y de aposentarnos cómodamente (¡ja!) nuestra tranquilidad se vió perturbada pues, al poco de empezar el trayecto, una patrulla detuvo la
unidá pues el chofer carecía de tarjetón.
Crónica de un desenlace anunciado: luego de un fuerte apretón de manos y de hacerse los disimulados, el chofer continuó con nuestro camino y la patrulla se arrancó para otro lado... ¿Qué habrá sucedido? ¿Alguna teoría? Naaaaaaa... Primer obstáculo librado, ¡fiuf!. La charla continua y cuando casi retomamos el aliento, el micro se detiene nuevamente, esta vez frente a una gasolinera: "
Hagan favor de bajarse, orita los vuelvo a subir" y así vimos cómo el vehículo se acercaba a una toma de gas, llenaba el tanque y regresaba para permitirnos abordar nuevamente. ¿Algún día llegaremos?. Quién sabe, esperemos que Mayahuel se apiade de nosotros, donde quiera que se encuentre... El resto del camino lo sorteamos entre recordatorios de progenitoras dirigidos a otros conductores, acelerones, enfrenones y un paisaje urbano irregular, grisáceo y con sabor a humedad que auguraba las venideras inundaciones acaecidas en esos lares dìas después de nuestra visita.
Finalmente, descendimos con cuidado de la unidad, y encaminamos nuestros pasos a la calle de Niño Artillero, con Ulises y su mapa infalible.
Ahora sí, la pulcata.
El pulque no anda en burro o, al menos no lo hace desde el año de 1945 cuando "La Buenos Aires" abrió sus puertas y la sra.
Catalina Sánchez, abuela de Juan Carlos, quien con toda la disposición nos recibió para contarnos la historia de esta pulcata, dejó de vender de puerta en puerta esta bebida para hacerlo en un local establecido.
En un principio, en el referido local se vendía leche y queso por las mañanas y la venta del pulque daba inicio al rededor del medio día.
En el área cercana al centro de Chalco, municipio del Estado de México, existían numerosas pulquerías. Juan Carlos nos platica de
"La Parranda" que cerró sus puertas hace aproximadamente 10 ó 12 años debido al fallecimiento del dueño. Cerca del Kiosko (en una zona donde ahora hay mucho movimiento de transporte público, automóviles, comercios y gente) también existía la
"4 vientos". En la actualidad, además de
"La Buenos Aires" ya sólo queda otra pulcata en Chalco,
"La Cachucha" aunque en ese local lo que prolifera es la venta de cerveza y el pulque ha pasado a segundo término.
En aquéllos tiempos, el sr. Luis Alemán distribuía el pulque a toda la zona, posteriormente fue el señor Vicente Alcalá el que se encargaba de dicha labor quien lo llevaba desde
Apan, en Hidalgo, y posteriormente de
Tlaxcala. Actualmente, en la "Buenos Aires" se vende pulque de
Coatepec.Pedimos una cubeta de curado de Apio, la que nos prepararon al momento y cuyo sabor era delicioso, pues no era demasiado dulce y su consistencia no era tan delgada ni tan espesa.
El local es amplio y está dividido en dos secciones, una que antes era el departamento para damas y donde se encuentra la barra con su respectivo Altar, y otra sección amplia, pintada de color anaranjado. Ya no hay aserrín ni canaleta, pero en la parte central se ubica otro Altar a la Virgen de Guadalupe, con adornos de flores de nochebuena (reminiscencias de la pasada navidad) y, junto a la entrada al baño, un peculiar
letrero pintado a mano, que nos invita de manera muy persuasiva a tener una buena higiene personal.
La clientela en esta pulcata es de todo tipo, desde chavos estudiantes hasta banda de toda calaña, aunque quienes nunca faltan son los señores de los alrededores quienes además de echar unos buenos tragos, también aprovechan para echar novia y pasar un buen rato deleitando el paladar y ejercitando la lengua. Sin embargo, la venta del pulque ha disminuido y Juan Carlos nos platica que si en los años
60`s y 70`s se llegaban a vender hasta
3 barriles al día, en la actualidad esa cantidad apenas se puede vender en
dos semanas.
Después de más de 60 años de dar servicio a los sedientos vecinos de Chalco, esta pulcata está llena de anécdotas y recuerdos, como la que cuenta que anteriormente acudía con regularidad un señor a tocar dentro del local y éste se llenaba de barullo y guateque, además de que se continuaba practicando el "trueque" pues por la cantidad de dos litrotes de pulque este don complacía a la concurrencia con unas 5 ó 6 rolitas, asegún el ambiente.
Pues bien, una ocasión un programa llamado "Mi Barrio" hizo un concurso en Chalco donde buscaban al personaje del barrio. Participaron diversos personajes pero el ganador unánime fué este músico quien compuso un corrido para Chalco, pero por andar en la beberecua ni su premio recogió.
De igual manera, era común encontrar a los señores entretenidos con torneos de "rayuela" cuyo premio era una cubetota de 10 litros, ni más ni menos. Así cualquiera hace un esfuerzo por afinar el ojo y la puntería.
En "La Buenos AIres" como en todas las pulquerías tradicionales, se celebra el 12 de diciembre con un menú especial, que aquí consiste en tamales, atole y una misa
El tiempo pasó como agua, o debo decir, como pulque, así que emprendimos el camino de regreso al DeFe, no sin antes haberle dado fin a esa cubeta y un par de tarros más.
¡Salud!
Reseña publicada en: http://proyecto-oxido.wikispaces.com/LO_Pulquerias_LaBuenosAires2
Elaborada por: Sabina Vinyl